SUM…

    Yo soy en Dios lo que soy 

y mi ser es voluntad

que, perseverando hoy, 

existe en la eternidad.



   Cuatro horizontes de abismo

tiene mi razonamiento, 

y el abismo que más siento 

es el que siento en mí mismo.



   Hay un punto alucinante

 en mi villa de ilusión:

La torre del elefante 

junto al quiosco del pavón.



   Aún lo humilde me subyuga 

si lo dora mi deseo.

La concha de la tortuga 

me dice el dolor de Orfeo.



   Rosas buenas, lirios pulcros,

Loco de tanto ignorar, 

voy a ponerme a gritar 

al borde de los sepulcros:



    ¡Señor, que la fe se muere!

Señor, mira mi dolor.

Miserere! Miserere!..

Dadme la mano, Señor...




Rubén Darío. El canto errante. 

Espasa Calpe S.A. Colección Austral Nº 516. Tercera edición, 1965. Pág. 77

Sobre la creación

Caminando cerca del torrente y con las montañas entre las nubes, había momentos de intenso silencio, como los brillantes retazos de cielo azul que dejan las nubes al separarse. Era un atardecer frío, cortante, con una brisa que venía del norte. La creación no es para el talentoso, para el dotado, ellos sólo conocen la creatividad pero nunca la creación. La creación está más allá del pensamiento y de la imagen, más allá de la palabra y la expresión. No es para ser comunicada porque no puede formularse, no puede envolverse en palabras. Puede sentirse en estado de completa y lúcida atención. No es posible utilizarla y exhibirla en el mercado para que se la regatee y se la venda.

La creación no puede ser comprendida por el cerebro con sus complicadas variedades de respuestas. El cerebro no tiene modo de entrar en contacto con ella; es absolutamente incapaz. El conocimiento es un obstáculo, y sin el conocimiento de uno mismo la creación no puede existir. El intelecto, ese agudo instrumento del cerebro, no puede en modo alguno aproximársele. El cerebro total, con sus ocultas urgencias secretas y sus empeños, con sus múltiples variedades de astutas virtudes, debe hallarse completamente silencioso, mudo, pero sin embargo alerta y sereno. La creación no es hornear pan o escribir un poema. Toda actividad del cerebro debe cesar, voluntaria y fácilmente, sin conflicto ni dolor. No debe haber ni sombra de conflicto e imitación.

Entonces existe el asombroso movimiento llamado creación. Este sólo puede tener existencia en la negación total; no puede existir en el paso del tiempo ni el espacio puede abarcarlo. Debe haber muerte completa, destrucción total para que la creación sea.

Jiddu Krishnamurti

Sólo el Ser es Real

Maharaj: El mundo no es más que un espectáculo, esplendoroso y vacío. Existe y al mismo tiempo no existe. Existe en la medida en que yo quiero verlo y participar en él. Cuando dejo de interesarme se disuelve. No tiene causa y no sirve a ningún propósito. Simplemente ocurre cuando estamos distraídos. Surge exactamente como parece ser, pero en él no hay ni fondo ni significado. Sólo el que lo mira es real, se llama Ser o Atma. Para el Ser, el mundo no es sino un espectáculo coloreado del que goza mientras dura y al que olvida cuando ha terminado. Cualquier cosa que suceda en el escenario le hace temblar de terror o retorcerse de risa, pero siempre es consciente de que no es más que un espectáculo. Lo disfruta tal como ocurre, sin deseo ni miedo.

Yo soy Eso. Nisargadatta Maharaj. Editorial Sirio, 2017, p 251.

La mosca

Mosquita
Tu juego de estío
Destruyó mi mano
Ciega, sin saberlo.

¿No soy una mosca
Lo mismo que tú?
¿No eres tú persona
Lo mismo que yo?

Yo danzo,
Yo bebo y canto,
Hasta que una mano
Destruya mis alas.

Si pensar es vida
Y fuerza y aliento
No pensar es muerte

Entonces yo soy
Una feliz mosca,
Si vivo,
Si muero.

William Blake. Cantos de Experiencia

Dedicada a Juan Enrique Bosch Quevedo, con mi agradecimiento.

Era una verde pradera

Era una verde pradera, con un verde de una riqueza tal que no se ve en ninguna parte, pero esa pequeña alquería y ese verde pasto contenían en sí toda la tierra y toda la humanidad. Había en ello una finalidad absoluta; era la finalidad de la belleza que no está torturada por el pensamiento y el sentimiento. La belleza de un cuadro, una canción, una casa, es producida por el hombre para que se la compare, se la critique, para que se le sumen cosas, pero esta belleza no era una obra hecha por la mano del hombre. Todo lo que es obra del hombre debe ser negado con decisión antes de que esta belleza pueda ser. Porque ella necesita total inocencia, total austeridad; no la inocencia urdida por el pensamiento ni la austeridad del sacrificio. Sólo cuando el cerebro está libre del tiempo y sus respuestas son absolutamente silenciosas, existe esa austera inocencia.

Jiddu Krishnamurti